viernes, 4 de diciembre de 2009

CREACIÓN ARTÍCULO DE OPINIÓN.


ARTÍCULO DE OPINIÓN: EL "ESTATUT."

Cuando visitas la bellea y magestuosa urbe de Barcelona, estás en el metro y oyes por los megáfonos "propera estació passeig de Gràcia", quedas cautivado por la musicalidad y belleza de la lengua catalana. También ocurre igual cuando vas a un "MC´donals", te dispones a vaciar el contenido de la bandeja en la papelera y puedes leer en ella con claridad "gracies"¡Es algo tan hermoso y loable que exita esta riqueza y pluralidad lingüística!
El artículo 3 de la Constiutción Española dice en su apartado número dos que "las demás lenguas españolas serán también oficiales en las respectivas Comunidades Autónomas de acuerdo con sus Estatutos." El tercer apartado de este mismo artículo mantiene que "la riqueza de las distintas modalidades lingüísticas de España es un patrimonio cultural que será objeto de especial respeto y protección." Todo esto es, sin duda, respetable, plausible y admirable. Ha costado un gran esfuerzo a lo largo de muchos años y ha hecho falta una Constitución y una Democracia para que puedan escribirse y luego llevarse a la práctica el contenido de los apartados de este artículo. Pero observamos en la realidad cómo las administraciones autonómicas catalanas obliga a rotular en catalán todos los establecimientos comerciales. Esto hace que el propietario que quiera poner su cartel en castellano pueda sentirse en una siutación de indefensión y atenta, en cierta forma, con el punto primero del mencionado artículo tres que dice lo siguiente: "el castellano es la lengua oficial del Estado. Todos los españoles tienen el deber de conocerla y el derecho a usarla."

En relación con el "Estatut", Jordi Pujol decía en unas recientes declaraciones realizadas en los medios de comunicación, que durante el franquismo las relaciones entre Cataluña y España eran tensas en cuanto a las administraciones se refiere. Sin embargo, ahora esas discrepancias se trasladan, además, a la Opinión Pública.

El "President" de la "Generalitat" de Cataluña, de origen andaluz, el señor Montilla mantenía con rabia y resignación que si el Tibunal Constitucional rechazaba el "Estatut", no tendría más remedio que acatarlo, pero que sería una gravísima ofensa contra los catalanes. Es lógico que diga esto puesto que es el máximo representante de Cataluña y ha de velar por sus intereses. Lo que sorprende es su asombro y el tono desafiante.

En realidad Cataluña tiene muchas competencias transferidas por el Estado y más autonomía que los propios "länders" alemanes, ejemplo claro de federalismo por antonomasia. A partir de 1978 las Comunidades Autónomas han ido alcanzando paulatinamente mayor autogobierno, muchos logros como la creación, en muchas de ellas, de sus propias fuerzas y cuerpos de seguridad; y están conociendo un periodo de desarrollo y esplendor cada vez mayor. No podemos olvidarnos de que existe una Administración Central a la que las Comunidades Autónomas han de estar supeditadas, pero no sometidas. Sin embargo, el "Estatut" de Cataluña quiere un tratro de tú a tú con España olvidando que esta Comunidad es un" hijo" más del Estado y que posee el mismo valor y la misma importancia que cualquier otra región.

¿Habría que cambiar la Constitución Española de 1978? Esa sería la pregunta que habría que formularse. De hecho, la propia Carta Magna contempla en su título noveno la posibilidad de la reforma constitucional. Lo que es evidente es que en este marco actual en el que nos encontramos no es viable el Estatut tal y como está planteado, entre otras muchas cosas, porque en nuestra ley de leyes, es decir, en la Constitución, no caben los federalismos.

Lo que sí se podría cambiar es la acutal ley electoral que tanto beneficia a los partidos nacionalistas y que hace que el Congreso se convierta en un mercado donde se intercambian favores. Como, afortunadamente, las mayorías que obtinen los dos grandes partidos nacionales no son absolutas, estos con el fin de obtener apoyos políticos, han de pactar con los nacionalistas para poder gobernar. A cambio, el partido que gobierna ha de devolverle el favor en forma de concesiones y transferencias de competencias para la respectiva Comunidad. Felipe González, José María Aznar y, ahora, Zapatero, no han tenido más remedio que sucumbir a los partidos nacionalistas para poder consolidar su poder.

El resultado de estos juegos de intereses e intercambios de favores es, por ejemplo, el "Estatut". El presidente, José Luis Rodriguez Zapatero ha tenido que ceder para contentar a los catalanes en detrimento del resto de las Comunidades y de la Constitución, que es la base del ordenamiento jurídico español.



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